viernes, 31 de agosto de 2007

AL VOLCÁN DE AGUA

Sobre la gran muralla americanaaltivo torreón, vecino al cielo,su cúspide levanta soberana,a do jamas osó llevar su vuelola reina de las aves atrevidaque en la cuna de Júpiter anida.
Gigante es Almolonga entre los montes,fuerte, soberbio, grande entre los grandes¡Cuál domina millares de horizontes!¡Cómo huella la cumbre de los Andes!¡Cómo mira a su falda avasalladas,de cien montes las cimas encumbradas!
Cuando animado el pensador profundode la sublime inspiración divinaquiere ver a sus pies el ancho mundoy al vértice elevado se encamina,¡cómo va sus ideas ensalzandoal par que va subiendo y va mirando!
Allá en su patria misma el fiero rayooye bronco tronar bajo su planta:y el sol que el monte hiere de soslayoy la nube que lenta se levanta,y su sombra contempla, que distintacual espectro en la atmósfera se pinta.
Verde, risueña, alegre, la campañaque mil arroyos cruzan argentinosdivisa, y la ciudad y la cabaña,y el cerro con sus bosques y sus pinos,el lago de cristal, la fértil vegay el río transparente que la riega.
Mira a un lado el Océano poderosocuyas ondas azules va lamiendola inmóvil planta al terrenal coloso.Al Izalco, por otro mira ardiendo,y allá en una comarca más distanteel Momotombo mira fulminante.
Y sin saciar su vista ni su mentepor estrecho sendero y escarpadobaja de la montaña lentamenteel sabio a sus ideas entregado;tal virtud, tal poder, tal fuerza encierra¡aquel gran monumento de la tierra!
Se vuelve y ve de la montaña erguidaen la cintura atlética azuladacándida zona en derredor ceñida,y la sublime cúpula adornadade suspendida nubecilla levedeshecha y pura y blanca como nieve.
Y el filósofo en éxtasis admiralas obras portentosas de naturay quiere comprenderlas y suspiraal ver su presunción y su locura;y su saber y su razón humillaante el autor de tanta maravilla.
Luego exclama el filósofo admirado

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