Es un joven desgraciadocómo una rosa marchita,frescura y color le quitael sol que la ha marchitado.
Apenas la sombra quedade la forma que perdió:Ya el olor se disipó,no hay quién volverselo pueda.
Huye de todo consuelo,que el infeliz no le tiene:Ni esperanza le mantiene,éste grato don del cielo.
En su profundo estupory desesperada calma,ya no lisonjea su almani la gloria ni el honor.
Cómo un volcán abrazadosu adolescencia pasará,¡cuán violento palpitarásu corazón arrojado!
Hoy para él todo está muertoque el corazón arrogantecayó frío en un instantey de tristeza cubierto.
Otro hombre jamás ha habidoque algún bien no haya gozado;más él siempre desgraciadoy nunca dichoso ha sido.
La esperanza ni una vezvino a alimentarle un rato;no tendrá un recuerdo gratocon qué aliviar su vejez.
Mírale, tierna doncella,mira aquella alma postrada;que enciende una tu miradala vida que aún resta en ella.
Para la piedad naciste,tu misión es la ternura;no seas con él tan dura;velo: casi ya no existe.
Más ¿rehúsas doncella hermosa,dar fin a tan cruel tormento?¿No te mueve ni un momentosu desdicha lastimosa?
Ya su mal está calmado¡Oh muerte! ¡Oh nada desierta!abre, eternidad, tu puertapara que entre un desgraciado
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